THE SMART TRICK OF VIERA VIDENTE THAT NOBODY IS DISCUSSING

The smart Trick of viera vidente That Nobody is Discussing

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Jung ha dado una versión unique de algunos procedimientos intuitivos de tipo “mágico”, pertenecientes al ámbito de las prácticas ocultistas. En su estudio sobre la interpretación de la naturaleza y la psique,fourteen investiga lo que él denomina “coincidencias significativas”, estableciendo la existencia de un principio de conexión acausal en igualdad de derechos con el de causalidad. Jung opina que ese variable desconocido que se presenta –tal como lo confirma la experiencia extrasensoria– liberado del marco tempo-espacial, podría tener un fundamento arquetípico­ y elige para nominarlo el término sincronicidad.

Se lo intuye en las islas terrestres, en el paisaje de los trópicos, en la libertad­ sexual, en la beatitud de la desnudez, en la búsqueda del “otro lugar” y en el deseo de algo completamente distinto del instante presente.

De esa manera, la concepción de un poder interior surge en el hombre de su frecuentación con los niveles profundos de la psique donde se liberan los siddhis. La magia aparece entonces como la forma más temprana de creencia en energías espirituales y precede al animismo en el desarrollo de la religión. Es razonable suponer que el hombre “primitivo”, ignorante de la estructura psicológica de su propia naturaleza, llegó a la creencia en la existencia del alma o psique, a partir de su actividad paranormal.

Un universo mágico cuyos elementos se relacionan unos con otros por “correspondencias” de tipo cualitativo.

Daumal coincide con Gurdjieff en que los “yo” sucesivos que conforman nuestra personalidad convencional deben sacrificarse a fin de que aparezca lentamente, detrás de esas fugaces imposturas, el verdadero “yo”, radicalmente distinto. Es preciso luchar contra esas apariencias, pues en medio del combate espiritual se va creando la substancia del auténtico “yo”.

El hombre posee una meta inside y es preciso ir hacia ella, hacia el Hombre del Reino. Como Artaud, habrá que experimentar “esa especie de disminución constante del nivel ordinary de la realidad”; sentir que el universo posee nuevo significado, que el conocimiento sensorio del mundo exterior no es el único posible y que tras la realidad cotidiana exis­te un orden top-quality de realidad, una superrealidad que explica a este mundo imperfecto de opuestos y contradicciones.

El genio viera vidente romántico prepara el advenimiento de una era metafísica. “La percepción de la unidad –escribe Béguin– es una premisa que los románticos aplican al mundo exterior pero que tiene su fuente en una experiencia absolutamente inside y básicamente religiosa”.8 Los románticos perciben el mundo como una prolongación de sí mismos e intuyen a su propio ser inserto en el flujo de la vida cósmica. Para ellos el universo es un ser viviente, un organismo animado no divisible en sus distintos elementos. La multiplicidad de las apariencias es reductible a una Unidad elementary. En el tiempo, ella se despliega en un ciclo infinito en que toda experiencia specific nace y muere sin tener sentido sino por su subordinación al conjunto; en el espacio, la naturaleza abarca todos los fenómenos. Por influencia de las teorías galvanistas se considera a la vida como una especie de circuito cósmico en que los organismos individuales –como precisa Ritter– no son más que remansos que interrumpen la corriente para intensificarla.

Capaz de atraer sobre sí las vibraciones de lo Absoluto, el poeta percibe los mensajes de una esfera remarkable y los trasmite a los demás hombres. A través de su palabra es posible acceder a intuiciones primordiales y a una visión “abierta” y “porosa” de la realidad.

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A pesar de las deformaciones que puedan haberse producido en ese cuerpo de recuerdos, las coincidencias son notables y todos los pueblos memoran el sentido creador de seres semidivinos o héroes civilizadores que en un mundo diferente fundaron los modos de ser que sirven de modelo al comportamiento de los hombres.

Pero ni el ensueño de Obermann ni los mitos de Nodier en El Hada de las Migajas, alcanzan la profundidad mística que impregna las obras de Maurice de Guérin. El sentimiento de la vida cósmica que asoma en las últimas visiones de Hugo y que habrá de patentizarse en Aurelia, se anuncia ya en el Cuaderno verde. Guérin es un niño maravillado que transita los límites del tiempo. Por momentos cruza su frontera y retorna impregnado de eternidad.

       El rugido de los leones, el aullido de los lobos, la cólera del mar tempestuoso y la espada destructora, son porciones de eternidad demasiado grandes para el ojo del hombre.

Baudelaire sostiene que la plegaria es el depósito de la fuerza. “En la plegaria –dice– hay una operación mágica. La plegaria es una de las grandes fuerzas de la dinámica intelectual”. Cuando es realmente intensa puede provocar una especie de transformación mental y orgánica. Parece ser una tensión del espíritu hacia el substractum inmaterial del mundo y a veces “se convierte en una serena contemplación del principio inmanente y trascendente de todas las cosas”.21

Esta pasividad de Sénancour lo aleja de Nodier, cuyo paisaje espiritual, aunque registra afinidades y coincidencias notables, rechaza la nolición y las incertidumbres de Obermann y busca en los sueños la materia para modelar un cosmos acorde con sus dramáticos reclamos.

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